Pregunta:
Llevo veinte años en recuperación y aunque he estado sobrio todo este tiempo, nunca me reconcilié con mi ex. Seguía siendo un imbécil abusivo que infundía temor a los demás. Ahora estoy divorciado, pero tengo cuatro hijos, algunos son adolescentes y otros tienen poco más de veinte años. Fui abusivo con ellos mientras crecían. Los menospreciaba y también los maltrataba físicamente. Quiero dejar de ser así. Sé que es demasiado tarde con mi ex, pero quiero mejorar de alguna manera la relación con mis hijos, pero no estoy seguro de cómo hacerlo. Tienen muchos problemas como resultado de lo que les hice a ellos y a su madre y me cuesta hablar de esto con ellos porque ¿qué puedo decir? Veo todo el daño que he causado. ¿Cómo puedo empezar a mejorar esto? Cuando hice mis enmiendas como parte de mi recuperación, no se habló del hecho de que los niños ahora están haciendo a otros lo que yo les hice a ellos y a su madre.
Respuesta:
Reconocer el daño que has causado es un buen primer paso. Saber a quién hemos dañado y cómo lo hemos hecho es la puerta para transformar nuestro comportamiento y nuestros valores abusivos en un comportamiento no violento, respetuoso y no controlador que sea seguro. A medida que sepamos mejor el tipo de daño que hemos causado y el impacto continuo de ese daño en los que amamos, podremos trabajar de forma constante hacia un comportamiento que demuestre una responsabilidad verdadera y continua.
Esto requiere un fuerte compromiso; no es un esfuerzo por tiempo limitado. A menudo, aprendemos a interiorizar valores abusivos a una edad temprana si estamos expuestos a la violencia o a la dominación como modelos de conducta o si se nos dan opciones imposibles de tomar sobre nuestra supervivencia. También están todos esos mensajes sociales que refuerzan la violencia y la agresión como algo aceptable. Esto es mucho para examinar y cambiar.
Tus próximos pasos comienzan con la comprensión de la realidad de lo que este esfuerzo va a requerir. Se requiere un compromiso a tiempo completo y a largo plazo de tu parte para empezar a abordar el impacto de los años en los que has actuado de forma abusiva. Tenemos que empezar a considerar cómo actuamos en cada momento y en cada interacción con las personas a las que hemos dañado y con las que todavía tenemos contacto, y con todas las personas nuevas que conocemos en nuestras vidas.
Desde el momento en que nos despertamos para empezar el día, el trabajo comienza. Comenzamos cuando nos damos cuenta de nuestra postura, de nuestra orientación: ¿creemos que necesitamos dominar, ser superiores a los demás, o creemos que somos verdadera y mutuamente iguales y responsables ante los demás, especialmente cuando dicen y hacen cosas que nos incomodan? Si tienes la oportunidad de hacer una verdadera reparación con tus hijos, debes saber que van a mostrarte lo enfadados que están contigo. Imagina su rabia. Ahora pregúntate a ti mismo: ¿Cómo es tu tono de voz? ¿Qué comunica tu cara? ¿Qué comunica tu lenguaje corporal? Estos son buenos comienzos. ¿Estamos mostrando a otras personas que somos abiertos y seguros para estar con ellos cuando están enfadados con lo que hemos hecho o estamos caminando por ahí siendo atemorizantes e intimidantes e imposibles de alcanzar?
Cada palabra o comportamiento que sale de nosotros surge de un pensamiento y un sentimiento que se basa en un valor o creencia que se fundamenta en un profundo respeto o dominio. Cada momento es una oportunidad para cambiar hacia una persona segura al estar a su lado.
Desarrollar una relación con tus hijos después de años de comportamiento abusivo va a tomar tiempo. Es probable que la confianza y el vínculo se hayan roto, pero tu deseo de ser diferente abre la posibilidad de enmendar esto.
Queremos ayudarte a hacerlo. Llámanos y déjanos guiarte hacia las formas específicas en las que puedes ser la persona segura y cariñosa que quieres ser para tus hijos y tu pareja actual o futura. Tu voluntad de ser diferente es un primer paso clave.
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